- duende
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Curiosidad
27/6/2009, 1:41 pm
CURiOSiDAD

Un tipo pasea despreocupadamente por un rincón apartado de un parque.
De pronto ve otro que estaba abrazando a un árbol,
con una oreja pegada al tronco y los ojos cerrados.
Intrigado, el tipo le pregunta:
“Disculpa, sólo por curiosidad, ¿qué estás haciendo?”
“Estoy escuchando la música del árbol”, responde el otro muy serio y sin moverse.
“¡Ay, no mames! ¿Es broma?”
“Por supuesto que no. ¿Quieres escuchar?
Te advierto que no cualquiera puede.
Hay que tener la mente abierta y el corazón limpio.
” El paseante, picado, dice: “Mmmm, bueno, sólo por curiosidad.”
Entonces, siguiendo las instrucciones del otro,
coloca sus brazos alrededor del tronco, cierra los ojos,
aprieta su oreja contra el tronco y se concentra.
De inmediato, con impresionante velocidad y fuerza,
el otro le pone un par de esposas, le quita la billetera, los anillos,
su reloj, las llaves del auto, toda la ropa, y se va corriendo.
Dos horas después, otro caminante pasa por ahí,
ve al pobre tipo desnudo, esposado al árbol,
y le pregunta: “¿Pero qué te pasó?”
El tipo, llorando y avergonzado, le cuenta la penosa historia de cómo y por qué se encontraba allí.
Cuando termina de contar su triste anécdota de curiosidad,
el otro mueve lentamente la cabeza en señal de comprensión,
camina hasta quedar detrás de él, lo besa suavemente en la oreja y le dice:
“De veras que este no es tu día, amorcito, no es tu día.”

Un tipo pasea despreocupadamente por un rincón apartado de un parque.
De pronto ve otro que estaba abrazando a un árbol,
con una oreja pegada al tronco y los ojos cerrados.
Intrigado, el tipo le pregunta:
“Disculpa, sólo por curiosidad, ¿qué estás haciendo?”
“Estoy escuchando la música del árbol”, responde el otro muy serio y sin moverse.
“¡Ay, no mames! ¿Es broma?”
“Por supuesto que no. ¿Quieres escuchar?
Te advierto que no cualquiera puede.
Hay que tener la mente abierta y el corazón limpio.
” El paseante, picado, dice: “Mmmm, bueno, sólo por curiosidad.”
Entonces, siguiendo las instrucciones del otro,
coloca sus brazos alrededor del tronco, cierra los ojos,
aprieta su oreja contra el tronco y se concentra.
De inmediato, con impresionante velocidad y fuerza,
el otro le pone un par de esposas, le quita la billetera, los anillos,
su reloj, las llaves del auto, toda la ropa, y se va corriendo.
Dos horas después, otro caminante pasa por ahí,
ve al pobre tipo desnudo, esposado al árbol,
y le pregunta: “¿Pero qué te pasó?”
El tipo, llorando y avergonzado, le cuenta la penosa historia de cómo y por qué se encontraba allí.
Cuando termina de contar su triste anécdota de curiosidad,
el otro mueve lentamente la cabeza en señal de comprensión,
camina hasta quedar detrás de él, lo besa suavemente en la oreja y le dice:
“De veras que este no es tu día, amorcito, no es tu día.”
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